Mujica resalta distribución de ingresos

Políticas sociales y económicas aplicadas desde 2007 frenaron la desigualdad

El Presidente José Mujica dijo que las políticas sociales y económicas aplicadas, en particular desde 2007, permitieron reducir la desigualdad en Uruguay. Si el Estado no tiene una actitud proactiva que obligue a redistribuir, habrá cada vez más personas postergadas y ello tiene a repercutir en el resto de la sociedad, reflexionó el mandatario, para quien la concentración excesiva de riqueza es un fermento antidemocrático.

Presidente José Mujica
En una amplia alocución sobre los problemas que trae la concentración de la riqueza en el mundo en su audición semanal por Radio Uruguay, el Presidente Mujica comenzó por repasar que solo 85 personas concentran la misma riqueza que se reparte entre la mitad de la humanidad más pobre.

Esas 85 personas no solo eran ricas el año pasado sino que aumentaron aun más su fortuna, a un promedio de 600 y pico de millones de dólares por día.

“Si el señor (estadounidense) Bill Gates quisiera gastar su riqueza a razón de un millón de dólares por día, se analiza que precisaría alrededor de 220 millones de años para liquidar” lo que posee en la actualidad”, graficó.

“Pero en realidad, aun con bajísima tasa de retorno por la masa de dinero que tiene, a 2 % anual de interés tendría cuatro millones y pico de dólares por día” de ganancia sin que haga nada para ello, abundó.

A través de este ejemplo, el mandatario uruguayo sostuvo que la desigualdad económica extrema está “disparada” en el mundo, particularmente en los últimos 30 años, y es uno de los mayores problemas económicos, sociales y políticos que afronta la humanidad en nuestro tiempo.

Se trata de una desigualdad social extrema, ofensiva y escandalosa, enfatizó.

Para Mujica, los hechos demuestran que, cuando la desigualdad económica es extrema, el crecimiento de los países no es duradero y se va debilitando por la caída interna del mercado y por las consecuencias sociales que tiene la desigualdad.

“No quiere decir que el mercado no sea importante, sino que la política tiene que establecer prioridades y empujes redistributivos que aseguren estabilidad creciente a la marcha de la economía”, puntualizó.

Para ejemplificar la necesidad de rescatar a los más postergados, Mujica hizo un paralelismo con la situación de un náufrago. “¿Podemos sentir que salvamos a alguien porque le tiramos un salvavidas? No, no lo hemos salvado de ninguna manera, sino que apenas le ayudamos a que pueda flotar un poco”, sostuvo.

“Si no le tiramos un cabo, que lo agarre y que lo enrede con fuerza, y lo remolcamos para subirlo a bordo, con todos los sacrificios que puede significar, nunca pensemos que un náufrago en el océano por flotar está salvado”, completó.

De la misma manera, a su entender, el proceso de “arrancar” a la gente de la pobreza crónica no se arregla de la noche a la mañana con una acción voluntarista, sino que es un largo proceso de rescate y que estará culminado cuando la generación que le sigue tenga claves de instrucciones culturales muy distintas a las de sus progenitores.

En este contexto, Mujica afirmó que a partir de 2007 (durante el primer gobierno del Frente Amplio conducido por Tabaré Vázquez) y como consecuencia de un conjunto de políticas tanto fiscales (que pague más el que tiene más), como sociales o políticas (como la reconstrucción de los Consejos de Salarios), el aumento de la redistribución en Uruguay hizo aminorar y frenar la tendencia a dicha desigualdad.

Ello “no fue un regalo de los cielos”, sino que es la consecuencia de un conjunto de políticas, recalcó.

“Ayer nomás sentíamos la discusión de porqué una franja de jubilados de altos ingresos, que es el 18 % de la masa total de retirados, paga un algo”, precisó.

“Y sí, paga un algo, porque ello contribuye a atemperar ciertas prestaciones sociales de los pensiones y jubilados más pobres.es parte de esta política que busca una relativa redistribución”, subrayó.

“Lo propio nos pasa con el Impuesto a la Renta (de las Personas Físicas). Si me descuentan 40.000 pesos por mes es porque tengo un sueldo o ingresos importantísimos y, por tal, más que quejarme tendría que festejar si se compara con esa inmensa faja del pueblo uruguayo que no le descuentan nada porque no llega al mínimo imponible”, apuntó.

En base a esas reflexiones, el Presidente de Uruguay sostuvo que el Estado no puede ser neutral, aunque tampoco puede ser abusador”.

“Hay que entender que, si el Estado no tiene una actitud activa que obligue a la redistribución parcial de la riqueza, la masa de ciudadanos postergados y pobres que van quedando es cada vez más grande y lo peor, tiende a repercutir en el todo de la sociedad”, alertó.

Insistió en que hay una enorme relación entre desigualdad extrema y baja movilidad social, pero además “hay una relación directa entre desigualdad y proliferación del delito”. “De las 50 ciudades más inseguras del mundo, casi 40 son de nuestra América Latina, donde ha habido en esta nuestra América Latina, en la última década cerca de un millón de asesinatos.

“Sobran las pruebas que demuestran teóricamente que la desigualdad económica está vinculada a un conjunto de problemas sociales y sanitarios, como las enfermedades mentales, los delitos violentos, y esto acontece en países ricos y pobres y repercute en todas las personas, incluso en los de mayores ingresos”, indicó.

“Se nos puede achacar la lucha por un Estado de bienestar, no lo negamos. Pero a la larga uno de los signos inequívocos que debe presentar una mejor convivencia y la mejor sociedad es que esta sea generosa en el reparto para sus hijos”, sentenció.

“Naturalmente que tiene que ver diferencias naturales en quien más se esfuerza. Pero una cosa es el esfuerzo gravitante de carácter personal y calificado y otra cosa es la multiplicación de la acumulación de riqueza, que termina además influyendo inequívocamente directa o indirectamente en las decisiones de poder”, puntualizó.

Y en este aspecto, Mujica advirtió que la concentración excesiva de riqueza es un fermento antidemocrático, no solo por las consecuencias sociales que tiene sino por las políticas en el largo plazo, porque sustituye a la democracia por una plutocracia.

“Todo esto es una marcada consecuencia del “fundamentalismo de mercado”. Ese mercado que nunca puede prestar atención a la distribución de los ingresos ni a la idea de una sociedad más justa porque si bien los hombres adentro llevamos un ángel de la competencia también llevamos un ángel mayor que tiene ansias de mayor equidad, de mayor justicia, de mayor igualdad, en el transcurso de nuestras vidas”.

“Creo que estas son cosas que eligen los hombres en el rumbo de decisiones que pueden tomar hacia un lado y hacia otro. Por lo tanto, no son caprichos autónomos de la económica sino que es cuando la economía pasa por la mira de la política”, insistió.

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