Testimonio de un maestro

“El agua potable nos cambió la vida, a la escuela y a la localidad”

El acceder al agua potable es un privilegio que la mayoría de los uruguayos no valoran en su real dimensión. Para explicarlo, el maestro rural Elbio Fernández relató su experiencia en la escuela rural N.º 169 de estación Sosa Díaz, en Canelones, donde se cuenta con este servicio desde el año 2013. “El agua potable nos cambió la vida, a la escuela y a la localidad”, aseguró.

Escolar

Elbio Fernández se desempeña actualmente como maestro en la escuela rural N.º 169, de la estación Sosa Díaz en Atlántida, Canelones, que estuvo cerrada varios años por falta de alumnos.

Tras su reapertura, la institución recibió mejoras. Desde 2013 cuenta con agua potable. "La llegada de este recurso tan necesario para todas las actividades de la vida, cambió por completo el funcionamiento de este centro escolar, y de la localidad", explicó Fernández.

Antes de este cambio, los alumnos de sexto año y algún maestro se encargaban de trasladar, desde una bodega cercana o desde la casa de algún vecino que tuviera pozo, el agua hasta la escuela, en baldes, damajuanas o botellas. La tarea les insumía mucho tiempo pero era imprescindible para mantener la higiene del lugar, entre otros usos.

El maestro relató a la Secretaría de Comunicación Institucional que OSE colaboró durante un tiempo, al ofrecer un camión cisterna cuyo contenido era cuidado con gran responsabilidad por los jóvenes y los docentes. También recordó que se conservaba en tanques el agua de lluvia como un respaldo.

En 2013, con el apoyo de la embajada de España, OSE envió técnicos para investigar la existencia de un caudal de agua subterráneo. Tras corroborar el hallazgo, se comenzó a extraer el agua para potabilizarla en el lugar, así se le entrega actualmente a toda la localidad.

Para Fernández, “la escuela fue el motor que logró mover los engranajes para que los vecinos también pudieran recibir agua potable” . Agregó que la llegada del agua potable le permitió a la escuela cumplir con la demanda de alumnos a los cuales antes no podía atender. Actualmente hay 60 estudiantes y 6 maestros.

El maestro resaltó que los  niños que experimentaron el cambio "aprendieron a cuidar el agua, porque saben lo que es no tenerla". Dijo que también son muy conscientes del cuidado necesario para no contaminar los suelos que cubren las corrientes subterráneas que proveen a la localidad del recurso hídrico. “Se enojan mucho con los que vienen a tirar basura en el camino Sosa Díaz”, dijo.

"El día en el cual la escuela accedió por primera vez al agua potable quedó marcado en el recuerdo de toda la comunidad y está siempre presente en el trabajo académico", finalizó el maestro.