La lucha de Estela de Carlotto por Guido

Gobierno uruguayo celebra aparición del nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo

El Gobierno de Uruguay expresó su beneplácito por la aparición de Guido, nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Barnes de Carlotto, nacido hace 36 años durante el cautiverio de su madre. En un comunicado, Cancillería señala que el hallazgo es producto del coraje y lucha por los derechos humanos de esa organización, fuente de inspiración para continuar con el compromiso por memoria, verdad y justicia.

Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto
La organización humanitaria argentina confirmó en conferencia de prensa en la tarde del lunes la aparición de Guido Montoya Carlotto, tal el nombre que le puso su madre, Laura Carlotto, quien fue asesinada poco después de dar a luz en un campo de concentración de la dictadura de ese país (1976-1983), según se supo años después por testimonios de exsecuestrados que compartieron el cautiverio.

Guido nació el 26 de junio de 1978 en el Hospital Militar y lleva el mismo nombre de su abuelo materno. Su padre, confirmado por pruebas de ADN, es Oscar Montoya, originario del sur de Argentina y también desaparecido por la dictadura en los años 70.

Fue el mismo Guido quien se presentó voluntariamente a Abuelas ante la sospecha sobre su identidad. Las pruebas de ADN finalmente confirmaron el parentesco con Estela de Carlotto.

Ante lo sucedido, el Gobierno uruguayo expresó, a través de un comunicado de Cancillería, “su más profunda satisfacción” por la aparición del joven.

“Para el Gobierno de la República Oriental del Uruguay, la recuperación de este nieto número 114 es motivo de celebración, constituye una demostración de coraje y lucha por los derechos humanos y una fuente de inspiración para continuar apostando a nuestro compromiso con el derecho a la memoria, a la verdad y a la justicia”, indica la nota.

Estela de Carlotto es una reconocida activista argentina de derechos humanos, presidenta de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo, que buscaba a su nieto desde que supo que su hija estaba embarazada cuando fue apresada. Con sus actuales 83 años, Estela tiene hoy a sus 14 nietos con ella, Guido y los restantes 13 hijos de Guido Miguel y Claudia.

Nietos uruguayos encontrados por la acción de Abuelas
La asociación Abuelas de Plaza de Mayo fue parte del proceso de recuperación de varios nietos de familias uruguayas. Tal es el caso de Anatole y Victoria Julien Grisonas, hijos de Victoria y Mario.
 
Esa pareja fue secuestrada por la dictadura argentina y los niños adoptados por una familia chilena. Fueron localizados en ese último país por una organización de derechos humanos de la Iglesia Católica brasileña. Siguen viviendo con su familia adoptiva y en contacto con la biológica.

Amaral García Hernández, hijo de Mirta y Floreal, nació en 1971 y en 1974 fue secuestrado junto a sus padres en Buenos Aires. En 1984, Abuelas halló a Amaral en poder de una pareja de policías, quienes lo habían inscripto como hijo propio, y pidieron de inmediato que se cotejaran su ADN con las muestras de familiares desaparecidos en poder del Banco Nacional de Datos Genéticos.

Al año siguiente Amaral fue restituido a su familia biológica en Uruguay.

Carla Rutila Artes es hija de Graciela Rutila y Enrique Luca, quienes vivieron un tiempo en Bolivia y se incorporaron al entonces guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN). Graciela fue detenida junto a su hija de un año en 1976 en Oruro. Ambas fueron entregadas a militares argentinos. Enrique fue asesinado meses más tarde en Cochabamba.

En 1983 Abuelas encontró a Carla en poder de un integrante de la paramilitar Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), y su esposa. El matrimonio se mantuvo prófugo de la justicia hasta que en 1985 fue localizado.

María Victoria Moyano Artigas es hija de María Asunción y Alfredo. En 1977 desaparecieron en Berazategui, en las afueras de Buenos Aires. Ella estaba embarazada de dos meses y medio.

Abuelas recibió denuncias que indicaban que el hermano de un comisario policial tenía una niña inscripta como hija propia. En 1988 los resultados de los análisis de ADN confirmaron su identidad. María Victoria fue restituida a su familia biológica.

Mariana Zaffaroni Islas, es hija de María Emilia y Jorge. Nació en 1975 en Buenos Aires. Al año siguiente toda la familia fue secuestrada, cuando ella cursaba el tercer mes de embarazo.

En 1983, Abuelas localizó a Mariana en manos de un agente de inteligencia argentino y de su esposa, quienes se fugaron con la niña ante el requerimiento de la justicia.

En 1991 se los halló y se le hicieron los análisis a la niña. Dos años después la justicia le restituyó su identidad. Su hermana o hermano menor permanece desaparecido.

Carlos D’Elía Casco es hijo de Yolanda y Julio, quienes fueron secuestrados en 1977 en San Fernando, norte del área metropolitana de Buenos Aires.

Yolanda estaba embarazada de ocho meses y medio y dio a luz en cautiverio a un varón al que llamó Martín. Abuelas halló una partida de nacimiento que correspondía a un niño inscripto como hijo propio por un miembro del Servicio de Inteligencia Nacional y su esposa.

En 1994, los análisis confirmaron la verdadera filiación del niño. La causa concluyó en el primer juicio oral que llevó adelante Abuelas. En 1998 la justicia le restituyó la identidad, aunque el joven prefirió seguir llamándose Carlos.

Andrea Hernández Hobbas es una de los cuatro hijos de Nelson y Lourdes, secuestrada en 1977 en Munro, norte de Buenos Aires, cuando su esposo estaba preso por razones políticas.

Dos de sus hijos fueron secuestrados poco después. Unos compañeros de militancia de la familia dejaron a Andrea a cargo de un matrimonio conocido. Si bien el hombre que la crió no le ocultó su historia, su esposa la había inscripto como hija propia.

En 1998, Andrea se comunicó con Abuelas para buscar datos de su familia y al año siguiente los resultados de los análisis genéticos confirmaron su identidad. Su padre falleció, pero la joven pudo reencontrarse con uno de sus hermanos, pero los otros dos siguen desaparecidos.

Carmen Gallo Sanz es hija de Eduardo y Aída, quien fue secuestrada en 1977 en San Antonio de Padua, provincia de Buenos Aires, y dio a luz en cautiverio a una niña.

Ese mismo año fue secuestrado Eduardo. En la década del 80, Abuelas localizó una partida de nacimiento de un médico policial acusado de crímenes de lesa humanidad en la que constaba que había nacido en su consultorio una niña de un matrimonio de civiles.

Se hizo un análisis de ADN para contrastar con una familia, pero dio negativo en primera instancia, hasta que en 1999 otra hija de desaparecidos que buscaba a su hermana nacida en cautiverio le propuso hacerse nuevos análisis y confirmaron que era Carmen Gallo Sanz.

Simón Gatti Méndez es hijo de Sara y Mauricio, quienes lo tuvieron en 1976 en Buenos Aires.

Sara y Simón desaparecieron ese año. Ella fue parte de uno de los traslados de presos políticos de Argentina a Uruguay, donde después de cuatro meses se la oficializó como detenida. Estuvo en esa situación hasta 1981. Inmediatamente de ser dejada en libertad ella y Mauricio se pusieron a buscar al niño. Él murió antes de encontrar a Simón. Ella lo halló en 2002.

Nieta de argentinos encontrada en Uruguay
Macarena Gelman García es hija de los argentinos Marcelo y María Claudia, quienes fueron secuestrados en 1976 en Buenos Aires, cuando ella estaba embarazada de siete meses de una niña a la que pensaban llamar Ana.

A comienzos de 2000, a partir de gestiones personales del abuelo paterno, el poeta y periodista Juan Gelman, ante el gobierno uruguayo pudo avanzar la investigación y se supo que María Claudia había sido trasladada por fuerzas de seguridad argentinas a Montevideo, donde dio a luz en el Hospital Militar. Para entonces ya habían sido encontrados los restos de Marcelo Gelman, asesinado por la represión.

La niña fue entregada a un matrimonio que la anotó como hija propia bajo el nombre de Macarena. La joven fue localizada en marzo de 2000 en Montevideo. Se hizo los análisis genéticos en Argentina y en junio de ese año se confirmó que era la nieta de Gelman.

El caso de Macarena llegó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ordenó al Estado uruguayo que investigara todos los crímenes de la dictadura más allá de lo permitido por ley de Caducidad y que se hiciera un acto formal de petición de perdón a Macarena.

El Gobierno de Mujica cumplió con la sentencia y organizó un acto para pedir disculpas a la joven y a su familia biológica.